Sobre «de tal» – Reseña de Piero Dini

     Estamos ante un libro que es muy… que está medio… que tiene… bueno, estamos ante un libro. Es difícil de adjetivar; podríamos decir «experimental» pero eso hoy día ya ni sé qué significa. Podríamos decir «peculiar» pero con estos autores me da miedo la rima. Para empezar mejor digamos que es un libro de poemas (mayormente al menos) escrito en co-autoría entre Ignacio Fernández de Palleja (olimareño, quien ya ha sido merecedor o víctima de una reseña anterior en este honroso antro virtual) y Gonzalo Fonseca (rochense al que pueden leer en su blog homónimo en wordpress), y que esa co-autoría lejos de pasar desapercibida es traída al primer plano casi de continuo, tiene protagonismo desde el título de cada poema hasta las ilustraciones. Es como si no les diera vergüenza escribir en yunta, de a dos, a cuatro manos, hasta parece que estuvieran orgullosos de tal falta de individualización artística.

     Si me pongo emotivo diría que este libro es como una oda a la dualidad, al conocimiento mutuo donde nace una confianza, una seguridad (como una versión en versos de ese ejercicio donde uno se deja caer de espaldas y tiene que confiar en que el otro lo atajará y evitará que se estrole contra el suelo) con el aderezo extra de que cada uno de los integrantes de la dupla se reconoce como poseedor de un bagaje de influencias variopintas, por lo que estamos ante una explosión poética de proporciones multitudinarias. Un amontonamiento, un relajo pero con orden, un quilombo en varios de los sentidos del término, incluso en el sentido que alude a la aldea donde se refugian los esclavos evadidos, porque es claro que estos autores se han escapado, se han liberado, y se nota en cómo escriben. Así, este libro que resulta bípedo tiene una pata en lo universal y la otra en lo más local: los paisajes maldonautas de gentes y escenarios que se muestran con un amor, una cotidianidad y a veces una cálida sencillez que conmueven por lo real, íntimo y cercano de la expresión.

     Se animan, se arriesgan; la confianza mutua antes mencionada les presta un grado de libertad expresiva que no escatima en neologismos, paratextos, cocoliches, lunfardos, métricas, rimas, estructuras o registros. Hasta ecuaciones, fíjese. Un lector desprevenido se puede marear, pero, cuántas cosas buenas marean un poco, no? Algo de esa libertad se me debe haber contagiado y creo que por eso lo fui leyendo sin un orden dado, dejándome guiar por el interés o la impresión que me generaba cada título (van sufriendo una suerte de evolución a medida que avanzamos en las páginas, y muchos de ellos son un verdadero trabajo artesano sobre el lenguaje y su faceta más connotativa).

     Para ir cerrando resaltaré un aspecto estético insoslayable: mucho de la calidad poética está en decir de tal forma que el texto se aprecie como algo finamente labrado y pulido pero se sienta natural, es como ver a dos acróbatas haciendo cosas dificilísimas, casi imposibles, con cara de que es muy fácil y no requiere esfuerzo, con cara de que se están divirtiendo, de que lo disfrutan. Y durante todas mis lecturas de «de tal» no dejé de imaginarme a los autores trabajando pacientemente cada verso con cara de que se están divirtiendo, de que lo disfrutan.